¿Surgirá una crisis económica en 2020?

Tres grandes perturbaciones. Nuriel Roubini comenta sobre las causas que provocarán una crisis mundial en 2020

El famoso economista estadounidense Nuriel Roubini, en su columna de Project Syndicate, explica la diferencia entre la crisis de 2008 y 2020, y el papel que juegan Estados Unidos y China en en el surgimiento de la misma.

Tres perturbaciones negativas podrían desencadenar una recesión mundial para 2020. Todas ellas reflejan factores políticos que afectan las relaciones internacionales, dos están relacionadas con China y Estados Unidos se encuentra en el centro de cada uno. Además, ninguno de ellas puede ser moderada por las herramientas tradicionales de la política macroeconómica anticíclica.

La primera perturbación potencial se deriva de la guerra comercial y monetaria entre china y estadounidense. Está guerra se acentuó más aún a principios de este mes cuando la administración del presidente estadounidense Donald Trump amenazó con imponer tarifas adicionales a las exportaciones chinas y declaró formalmente a China como un manipulador de divisas.

La segunda es debida a la lenta guerra fría tecnológica entre Estados Unidos y China. Una rivalidad con todas las características de una “trampa de Tucídides”, China y Estados Unidos luchan por obtener el dominio sobre las industrias del futuro: inteligencia artificial (IA), robótica, 5G, etc. Huawei considerado como un gigante chino en el campo de las telecomunicaciones fue puesto por Estados Unidos en una “lista de entidades”. Esta lista es reservada para aquellas compañías extranjeras que se consideran una amenaza para la seguridad nacional de EE.UU. A pesar de que Huawei ha recibido permisos temporales para seguir usando componentes de EE. UU., la administración de Trump notificó esta semana que estaba añadiendo 46 afiliados adicionales de Huawei en esta lista.

El tercer gran riesgo está relacionado con los suministros de petróleo. No obstante a que en las últimas semanas los precios del petróleo han disminuido , y una recesión estimulada por una guerra comercial, monetaria y tecnológica puede neutralizar la demanda de energía y llevar a una caída más baja de los precios del petróleo, El conflicto surgido entre Estados Unidos e Irán podría llevar a una alza de los precios si este conflicto se convierte en militar, y esto sin duda dará lugar a una recesión, como ya pasó anteriormente en el Oriente Medio en los años 1973, 1979 y 1990.

Estos tres posibles impactos llevarán a estancamiento e inflación provocando un aumento de los precios de los bienes de consumo e intermedios importados, componentes tecnológicos, recursos energéticos y, juntamente a esto una reducción de los volúmenes de producción debido al desplome de las cadenas de producción mundiales. Además el conflicto entre China y Estados Unido ya ha comenzado a causar un proceso de desglobalización, debido a que ni el estado ni las compañías ya no pueden contar con la estabilidad a largo plazo de las cadenas de producción integradas. Los costos globales de fabricación aumentarán en todos los sectores.

A parte de eso, la confrontación comercial y monetaria, unido a la competencia por la tecnología, se reforzarán mutuamente.

Es fácil de comprender que la situación actual puede llevar al hundimiento completo de un sistema comercial global abierto. De aquí se deriva la pregunta, ¿hasta qué punto están listas las autoridades monetarias y presupuestarias para un impacto de suministro negativo sostenible?.

La respuesta de las autoridades monetarias a las crisis de los años 70 fue el endurecimiento de la política monetaria. Actualmente, los mayores bancos centrales, como por ejemplo la Reserva Federal de EE. UU. están involucrados en un reblandecimiento monetario, debido al hecho de que la inflación y las expectativas de inflación siguen siendo bajas. Estos bancos notarán cualquier presión inflacionaria causada por el impacto del petróleo solo como el efecto de un cambio en el nivel de precios, y no como un aumento constante de la inflación.

Con el tiempo, las perturbaciones negativas de la oferta generalmente también se convierten en perturbaciones temporales de la demanda, que llevan a una disminución en el crecimiento tanto de la economía como en la inflación, anulando el consumo y el gasto de capital.

Lo que verdaderamente sucede es que las empresas tanto en los Estados Unidos, Europa, China así como en otros países asiáticos limitan sus gastos de capital. El sector global de tecnología, fabricación e industrial ya está en recesión. El fuerte consumo privado es la única razón por la que esto aún no ha llevado a una aguda recesión mundial. Si se produce un mayor aumento de los precios de los bienes importados como resultado de los impactos de oferta negativos mencionados anteriormente, entonces la tasa de crecimiento de los ingresos familiares disponibles reales (y la confianza del consumidor) se verán afectados. Esto probablemente producirá un empuje de la economía mundial a la recesión.

Dado a que en la perspectiva a corto plazo existe una posibilidad de un impacto negativo de la demanda agregada, los bancos centrales tienen razón en disminuir las tasas de interés. Pero las autoridades presupuestarias también deberían preparar medidas similares a corto plazo.

Sin embargo, en la perspectiva a medio plazo, la mejor reacción no se consideraría una moderación en respuesta a los impactos de oferta negativos, sino la adaptación a ellos. Lo que verdaderamente ocurre es que los impactos de oferta negativos provocados por la guerra comercial y tecnológica serán más o menos permanente, así como una disminución en las tasas potenciales de crecimiento económico. Lo mismo puede decirse sobre Brexit: la salida del el Reino Unido de la UE creará un impacto de suministro negativo permanente y esto reducirá permanentemente sus posibles tasas de crecimiento económico.

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Estos impactos no pueden ser compensados con medidas monetarias o presupuestarias. Aunque se pueden manejar con perspectivas a corto plazo, los intentos de moderarlos permanentemente llevarán a un aumento tanto de la inflación como de las expectativas de inflación, y mucho más que los niveles objetivo de los bancos centrales. Los bancos centrales reaccionaron de manera similar a dos grandes impactos petroleros en los años 70. Como resultado se obtuvo un crecimiento persistente de la inflación y las expectativas de inflación, así como un déficit presupuestario inaceptable y una acumulación de deuda pública.

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